sábado, 26 de diciembre de 2015

Ciclo C - Sagrada Familia

27 de diciembre de 2015 - DOMINGO DESPUES DE NAVIDAD – Ciclo C

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

        “¿No sabíais que yo tenía que estar en la casa de mi Padre?"

Eclesiástico 3,3-7.14-17a
      Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad
de la madre sobre la prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que
respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de
sus hijos, y cuando rece será  escuchado; el que respeta a su padre tendrá
larga vida; al que honra a su madre, el Señor le escucha. Hijo mío, sé cons-
tante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras viva; aunque flaquee su
mente, ten indulgencia, no lo abochornes mientras seas fuerte. La piedad para
con tu padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados;
el día del peligro se te recordará y se deshacerán tus pecados como la escarcha
bajo el calor.

Colosenses 3,12-21
      Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uni-
forme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la
comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas
contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima
de todo esto, al amor que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz
de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados
en un solo cuerpo.
      Y sed agradecidos; la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda
su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
      Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos
inspirados. Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre
de Jesús, ofreciendo la acción de gracias a Dios Padre por medio de él.
      Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en
el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis  ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres,
no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Lucas 2,41-52
      Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las fiestas de
Pascua.
      Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costum-
bre, y cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusa-
lén sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la cara-
vana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y
conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los
tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros,
escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que le oían se quedaban
asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
      Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
      - Hijo, ¿porqué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscá-
bamos angustiados.
      El les contestó:
      - ¿Porqué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de
mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
      El bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre
conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura
y en gracia ante Dios y los hombres.

Comentario
      El pasaje del Evangelio de Lucas que se lee en la fiesta de la Sagrada
Familia levanta por un momento el velo de silencio que cubre los años de
Nazaret. El episodio que narra nos descubre el misterio que allí se vivía de
forma permanente. Sigamos paso a paso lo que dice el Evangelio.
      "Sus padres iban cada año a Jerusalén...". Se trata de una costumbre
general entre los buenos israelitas. Subir a Jerusalén es una expresión fre-
cuente en la Biblia. A Jerusalén se sube siempre porque en ella está el
templo, lugar de la presencia de Dios.
      Esta subida de Jesús con sus padres se sitúa entre la primera que tuvo
lugar en el momento de la presentación y la gran subida de la vida pública,
que Lucas narra a partir del cap. 9 de su Evangelio, para morir y pasar al
Padre, también durante las fiestas de la Pascua.
      "... y cuando éstas terminaron, se volvieron; pero el niño Jesús se
quedó en Jerusalén ..." Jesús se queda en Jerusalén sin que lo sepan sus
padres. Actúa independientemente de ellos con una libertad que sorprende,
aunque para algunos se explica por el hecho de haber llegado entonces a la
mayoría de edad según la ley ... La verdad es que sólo la explicación pos-
terior dada por Jesús con motivos de otra índole aclara la situación.
      "Al terminar la primera jornada se pusieron a buscarlo entre los pa-
rientes y conocidos y, como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en su
búsqueda. Se trata de dos fases de la misma acción: la búsqueda .La primera
es normal dentro de las circunstancias en que habitualmente se hacía el viaje
de las caravanas. La segunda fase es una búsqueda angustiosa. Una búsqueda
cargada de presentimientos, propia de quien desconoce los motivos de una
situación grave: la desaparición de un hijo.
      "A los tres días lo encontraron por fin en el templo, sentado en medio
de los maestros..." La expresión "a los tres días" describe en primer término
como ocurrieron las cosas: un día de camino, un día para volver y un día de
búsqueda en Jerusalén. Pero se puede ver una alusión velada a la otra desa-
parición de Jesús, también por tres días, que culmina con el gran encuentro
de la resurrección.
      Jesús estaba en medio de los doctores, y estaba sentado, escuchando y
haciendo preguntas y todos estaban admirados de su talento. Hay también en
esta descripción un significado inmediato, pero al mismo tiempo se puede en-
trever una alusión al Jesús, único maestro, centro de la comunidad y de la
Iglesia, vivo en medio de los creyentes reunidos en su nombre.
      "Al verlo se quedaron extrañados y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué te
has portado así con nosotros? ¡Mira con qué angustia te buscábamos tu padre
y yo! El les contestó: ¡Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo tenía que
estar en la casa de mi Padre? Ellos no comprendieron lo que quería decir".
Es el momento culminante de la escena.
      Los oyentes e interlocutores de Jesús estaban admirados, "desconcer-
tados" de su talento. María y José‚ quedaron "extrañados" de su fuga incom-
prensible. La pregunta y observación de María revelan toda la profundidad del
amor familiar: el amor de la madre ("Hijo ..."), el amor del padre, la an-
gustia de la búsqueda. María no reprocha nada a Jesús, sólo pide una explica-
ción. Es la misma actitud del momento de la anunciación.
      Las palabras de Jesús expresan por una parte su conciencia de ser Hijo
del Padre y por otra son una referencia a su pasión y retorno a Él. Jesús
expresa su condición de Hijo de Dios a través de un juego con la palabra
"padre". María había dicho: "te buscábamos tu padre y yo". En la intervención
de María está claro que el "padre" es José. En la respuesta de Jesús el
"padre" no es José‚ sino el mismo Dios. La referencia a la pasión y vuelta al
Padre (resurrección-ascensión) está incluida en el significado de: "yo tengo
que estar en la casa de mi Padre", para quien lee el Evangelio con fe. Hay
una carga de trascendencia en la expresión: "tengo que". Manifiesta una
necesidad que de algún modo supera el programa individual de vida de Jesús.
Es también la expresión empleada por los evangelistas para indicar la "hora"
por antonomasia de Jesús: su pasión y muerte. Hay además muchos otros deta-
lles que llevan a pensar que las palabras de Jesús han sido interpretadas ya
por el evangelista como una alusión al momento de la muerte-resurrección: el
lugar (Jerusalén), el momento (la Pascua), los tres días de búsqueda, Jesús,
después de resucitado, dirá a Magdalena: "Suéltame que aún no estoy arriba
con el Padre".
      La no compresión de María y José‚ está en relación con este significado
trascendente de las palabras de Jesús: ellos no comprendieron porque no
podían comprender antes de que sucedieran las cosas. Les pasó como tantas
veces a los discípulos, según dicen los evangelios. sólo después de la resu-
rrección comenzaron a entender.
      "Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad". El hecho
de bajar a Nazaret y de someterse a sus padres parece en contradicción con
la afirmación anterior de Jesús que ponía de manifiesto la necesidad de estar
en la casa del Padre. Pero interprentado el texto como acabamos de hacer, la
contradicción se deshace y nos ayuda a ver el tiempo de Nazaret en
perspectiva del momento pascual. Jesús estará siempre en la casa del padre
(condición divina y glorificación plena de resucitado) pero pasando por Naza-
ret (condición humana, preparación para el ministerio público y para la
donación total de la cruz).
      "Su madre conservaba en su interior el recuerdo de todo aquello". Esta
memoria de María en cuanto actitud sapiencial y de fe tiene un valor ex-
traordinario. El contenido de esa memoria y comparación de unas cosas con
otras ("symbalein") son todos los acontecimientos y palabras de la época de
la infancia de Cristo y en esa actitud de María apunta ya la Iglesia que
acoge y lleva en sí a Cristo para todos los hombres.
      "Jesús iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de
los hombres". Es una expresión sintética de todo el período de Nazaret.
Veinte años de vida, de trabajo, de relaciones familiares y sociales quedan
así resumidos en tres líneas. A nosotros nos toca, en una actitud semejante
a la de María, confrontar unas cosas con otras para vivir hoy el misterio que
allí se manifestó.

Teodoro Berzal.hsf


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