sábado, 23 de enero de 2016

Ciclo C - TO - Domingo III

24 de enero  de 2016 - III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo C

                     "Hoy se ha cumplido este pasaje"

Lucas 1,1-4; 4,14-21

      Ilustre Teófilo:
      Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que
se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por
los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la Palabra.
Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he
resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las
enseñanzas que has recibido.
      En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu;
su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos
lo alababan.
      Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como
era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le
entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje
donde estaba escrito:
      "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha
enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos
la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor".
      Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba, y se sentó.
      Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
      - Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.

Comentario

      A partir del bautismo, Lucas nos presenta a Jesús "lleno de Espíritu
Santo". Movido por el mismo Espíritu va primero al desierto, donde pasa
cuarenta días, y después "con la fuerza del Espíritu, Jesús volvió a Gali-
lea".
      En Nazaret, donde se había criado, en medio de una celebración de la
palabra y ante una asamblea compuesta por sus compatriotas, proclama que el
tiempo se ha cumplido, que la palabra de Dios anunciada por los profetas se
está haciendo realidad y se identifica con el siervo de Yavé (el Mesías) a
que se refieren las palabras leídas en la sinagoga.
      Es muy significativo que esta solemne proclamación se haga precisamente
en Nazaret, donde él había crecido. Jesús anuncia el evangelio allí mismo
donde había vivido, donde ciertamente había hablado y actuado en otro tono
y en modo muy diverso.
      Si leemos los versículos siguientes al pasaje de hoy, vemos que los
treinta años de vida oculta en Nazaret no habían servido para suscitar la fe
en ninguno de sus conciudadanos. Y sin embargo, de Nazaret salió la Palabra
que se extendió y suscitó la fe en Galilea, en Samaría, en Judea y, después
de la resurrección salió de Jerusalén para extenderse por todo el mundo.
      Hay un misterio muy profundo en los años de Nazaret. El Jesús acogido
y aclamado en los primeros momentos de su venida al mundo, adorado por reyes
y pastores, reconocido por Simeón y Ana, anunciado "a los que esperaban la
liberación de Jerusalén" Lc 2,38. El Jesús anunciado por los ángeles como
grande, Hijo del Altísimo" a quien "el Señor Dios dará el trono de David su
padre" que "reinará  para siempre sobre la casa de Jacob y su reinado no
tendrá fin" Lc 2,32-34. El Jesús "luz de las naciones" y "Salvador", conce-
bido por obra del Espíritu Santo. Este Jesús, hasta que no es ungido por el
Espíritu Santo en el Jordán, no se presenta como Mesías, no anuncia el men-
saje de que es portador, no se da a conocer.
      El texto de Isaías citado por el evangelista, que Jesús se aplica en
primera persona, es importantísimo para entender la conciencia mesiánica de
Jesús. Y Lucas coloca el acontecimiento precisamente en Nazaret y no en otras
sinagogas de la comarca, donde también Jesús enseñaba probablemente las
mismas cosas y donde era admirado por todos (Lc 4,15).
      El pasaje de hoy tiende un puente entre los años de ocultamiento y
anonadamiento de Jesús y los años de anuncio del mensaje. Lucas menciona
expresamente que el Nazaret donde Jesús proclama que la profecía de Isaías
se ha cumplido, es el mismo Nazaret donde se había criado.
      El Nazaret evangelizado con el trabajo, con la vida de familia, con la
oración doméstica, con las idas y venidas, con la caridad, la alegría, el
respeto, la humildad y la sencillez de vida durante treinta años, es ahora
evangelizado con la proclamación solemne de la llegada del Mesías.
      El adverbio "hoy" ("Hoy, en vuestra presencia, se ha cumplido este
pasaje") corresponde al momento del anuncio del reino de Dios, al momento de
llevar la buena noticia a los pobres, de anunciar la libertad a los cautivos
y la vista a los ciegos... Este es el momento de la Palabra, de la manifes-
tación, de la iluminación. El otro es el tiempo del ser y de la vida que
crece, que se cría en silencio.
      El momento del "hoy" en que se cumple la Escritura, arroja así toda su
luz sobre el tiempo de la oscuridad de la vida en Nazaret. El Mesías hoy
proclamado vivía ya cuando nada se sabía de él.
      Vemos así cómo el Nazaret del silencio está en conexión con los otros
momentos en los que el Mesías, el Hijo de Dios, aun siéndolo siempre, no lo
parece. El Nazaret del silencio está sobre todo en la misma línea del momento
de la suprema humillación en la pasión y en la muerte en cruz.
      El Nazaret del silencio es espejo de todos los momentos y situaciones
en las que Dios parece callar, impotente, inerme, trascendente. El Dios que
es palabra, poder, fuerza y cercanía e intimidad.     
      Hay un misterio en todo esto que sólo se descubre quedándose largos
ratos en Nazaret con Jesús, María y José‚.

Teodoro Berzal.hsf

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