26 de junio de 2016 - XIII DOMINGO
DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo C
"Jesús decidió irrevocablemente ir a Jerusalén"
Lucas 9,51-62
Cuando se iba
cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó
la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.
De camino
entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento.
Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto,
Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:
- Señor,
¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con
ellos?.
El se volvió y
les regañó. Y se marcharon a otra aldea.
Mientras iban de
camino, le dijo uno:
- Te seguiré
adonde vayas.
Jesús le respondió:
- Las zorras
tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del
Hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
- Sígueme.
El le respondió:
- Déjame primero
ir a enterrar a mi padre.
Le contestó:
- Deja que los
muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el
Reino de Dios.
Otro le dijo:
- Te seguiré,
Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó:
- El que echa
mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el
Reino de Dios.
Comentario
Más allá
de la referencia geográfica, la expresión de S. Lucas que
expresa la decisión de Jesús de dirigirse a Jerusalen, tiene
un contenido
teológico, pues compendia la existencia entera de Jesús como
camino hacia la
cruz y la resurrección.
El tercer
evangelio presenta una estructura narrativa original pre-
cisamente entorno al "largo viaje" de Jesús a
Jerusalén. Esta amplia sección
comprende desde el Cap. 9 hasta el 19 y culmina con la
entrada de Jesús en
Jerusalén aclamado por la multitud. Desde allí empezará
después a difundirse
la Palabra de Dios, como el mismo Lucas cuenta en los Hechos
de los
Apóstoles.
En la segunda
parte del evangelio de hoy encontramos algunas condi-
ciones del seguimiento de Cristo. Jesús se pone en camino y
su movimiento
produce en torno a sí reacciones muy diversas, pero se diría
que todos tienen
que tomar una decisión frente a Él.
Los tres casos
concretos que aparecen nos muestran un aspecto esencial
de la vida de Jesús: su pobreza, y también la prontitud,
radicalidad y
constancia que son necesarias para optar por el seguimiento
de Cristo.
En estos breves
trazos se delinea ya la vida de los que mediante el
bautismo se irán incorporando a Cristo y son una llamada a
un seguimiento
radical que configurar el estilo de vida de quienes,
movidos por el
Espíritu, pretenden reproducir en la Iglesia de todos los
tiempos el modo
histórico de vida que llevó el Hijo de Dios en la tierra.
De Nazaret a Jerusalén
Hoy nos presenta
el evangelio el inicio del largo viaje de Jesús desde
Galilea a Jerusalén, "cuando iba llegando el tiempo de
que se lo llevaran".
Pero Jesús había subido ya muchas otras veces desde Nazaret
a Jerusalén.
Visto el
evangelio desde Nazaret, cobra un especial relieve aquella
otra subida de Jesús con sus padres cuando contaba 12 años.
Hemos dicho que
la subida última da sentido por así decirlo a toda su
vida, puesto que Él mismo había anunciado repetidas veces
que iba a Jerusalén
"para ser entregado en mano de los hombres" Lc
9,44. Y también da sentido y
esclarece plenamente el sentido de la primera subida, cuando
Jesús se quedó
en Jerusalén sin que sus padres lo advirtieran. En aquel
momento Jesús
anunció ya, de forma misteriosa, que lo suyo era ir a
Jerusalén y "estar en
la casa del Padre".
Los primeros
seguidores de Jesús en el camino que lleva a Jerusalén
fueron María y José. También ellos tienen que aprender en época
temprana lo
que es el desprendimiento y la pobreza, lo que es dejar
todos sus proyectos
personales y su modo de vivir para iniciar un camino nuevo
inaugurado por la
venida del Hijo de Dios a la tierra para salvar a los
hombres.
En Nazaret, a lo
largo de otras subidas, esas actitudes básicas del
discípulo se fueron consolidando de modo que cuando se trató
de ir defi-
nitivamente a Jerusalén, María no dudó en ir también.
"Estaban junto a la
cruz de Jesús su madre..." Jn 19,25.
Nuestro seguimiento
Después de la ascensión
ya no se camina por la tierra de Israel para
seguir a Jesús. Sin embargo, son muy importantes los
testimonios de los que
entonces fueron tras Él porque traducen de forma realística
las actitudes
perennes de quienes lo aceptan como el Señor de su vida por
la fe.
Todos los
testimonios son aleccionadores, incluso los de quienes
no lo siguieron, pero a nosotros nos estimula, sobre todo el
ejemplo de María
y de José.
Viéndolos a
ellos caminar con Jesús aprendemos de forma intuitiva lo
que significa "no tener donde reclinar la cabeza",
ellos que vivieron las
horas de Belén y de Egipto. Aprendemos de ellos a decir sí con
prontitud, sin
demasiadas dilaciones ni razonamientos. "He aquí la
esclava del Señor" Lc
1,38. "Cuando despertó José‚ hizo lo que le había dicho
el Ángel y se llevó
a su mujer a su casa" Mt 1,24.
Pero, sobre
todo, aprendemos en Nazaret lo que es la perseverancia en
el seguimiento. Lo que es seguir a Jesús por años y años sin
"mirar atrás".
Cuando María y José‚ dijeron sí, rompieron definitivamente
con las amarras del
pasado. Su vida, como la de los pobres de Yavé, estaba únicamente
pendiente
del Señor que les había llamado. Su vida se construía hacia
el futuro, hacia
lo que se podía esperar de aquel hijo que de forma tan
misteriosa había
aparecido en su existencia llenándola completamente de
esperanza.
TEODORO BERZAL.hsf
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