sábado, 19 de noviembre de 2016

Ciclo C - TO - Domingo XXXIV



20 de noviembre de 2016 - XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo C

                         SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

             "Jesús, acuérdate de mí cuando vuelvas como rey"

II Samuel 5,1-3

      En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a
David y le dijeron:
      Hueso y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era
nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel.
      Además el Señor ha prometido: "Tú serás el pastor de mi pueblo, Israel,
tú serás el jefe de Israel."
      Los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David
hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron
a David como rey de Israel.

Colosenses 1,12-20

      Hermanos:
      Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la
herencia del pueblo santo en la luz.
      El nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al
reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el
perdón de los pecados.
      El es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, porque
por medio de Él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres,
visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades, todo
fue creado por Él y para Él.
      El es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
      El es también la cabeza del cuerpo: de la iglesia.
      El es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el
primero en todo, porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
      Y por ‚l quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los
de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Lucas 23,35-43

      En aquel tiempo, las autoridades y el pueblo hacían muecas a Jesús,
diciendo:
      - A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de
Dios, el Elegido.
      Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y di-
ciendo:
      - Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
      Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: ESTE ES
EL REY DE LOS JUDIOS.
      Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
      - ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
      Pero el otro lo increpaba:
      - ¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el suplicio? Lo nuestro es
justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha
faltado en nada.
      y decía:
      - Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
      Jesús le respondió:
      - Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Comentario

      En este último domingo del año litúrgico la Iglesia, pueblo de sa-
cerdotes y de reyes, se encuentra con su Rey, Cristo Jesús.
      El evangelio nos presenta a Jesús en la cruz como centro de las miradas
y de la atención de todos los que le rodean. El evangelista ha sabido recoger
las palabras y gestos que tienden a destacar, entre luces y sombras, la
figura de Cristo y su papel de guía y salvador de toda la humanidad.
      En medio de la total oscuridad, de la increencia que se amontona
entorno a Jesús, destaca como un rayo de luz la fe del buen ladrón: "Jesús
acuérdate de mí cuando vuelvas como rey".
      Jesús es rey y salvador precisamente en la cruz. Sólo la fe pudo
descubrir en aquel hombre crucificado como los malhechores, insultado,
acusado y humillado, al Cristo de Dios, capaz de dar la vida y la salvación,
capaz de resurgir de la muerte y de volver un día como rey. Pero en este
caso, como en tantos otros, las tinieblas de la incredulidad hacen resaltar
con más brillo la luz. Todos los títulos aplicados en son de burla a Jesús
por los jefes del pueblo, por el malhechor, por los soldados resultan
paradójicamente ciertos. Incluso el letrero escrito sobre la cruz (al que
Lucas no alude como motivo de condena) viene a ser un título de gloria.
      Como para indicar que la cruz es la subversión de todos los valores y
que el poder de Dios no se asienta sobre ninguna potencia humana, Jesús es
rey en y desde la cruz, lugar de la máxima limitación humana. Su reinado no
es imposición de un poder que limite las posibilidades del hombre, sino, al
contrario, la liberación de todas sus cadenas empezando por la del pecado y
de la muerte para que pueda vivir conforme a su verdadera naturaleza que está 
hecha a imagen de Dios.

En Nazaret

      Leído desde la humildad de Nazaret el evangelio de la realeza de Cristo
en la cruz, se hace más nítido y más comprensible para nuestra fe.
      Quien había sido anunciado como "Hijo del Altísimo" a quien Dios había
de dar el trono de David su antepasado. Aquel que "reinará para siempre en
la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin" (Lc 1,32-33), con el sí de María
se hizo carne y acampó entre nosotros. Vivió largos años en Nazaret y era
conocido como "el hijo del carpintero" Mt 13,55.
      El camino que lleva a la humillación radical de la cruz pasa por la
humildad radical de Nazaret. La encarnación cobra todo su sentido a la luz
de la redención, pero al mismo tiempo descubre amplitud y concreción del acto
redentor. El hecho de que antes de morir por nosotros Cristo asumiera todas
las características de un hombre muestra que el gesto redentor es para todo
hombre que viene a este mundo.
      Nazaret nos revela y ayuda a comprender además el modo de establecerse
el reinado de Dios:

-     Dios no reina exhibiendo su poder sino ofreciendo calladamente la sal-
      vación desde dentro de cada hombre y cada situación de la historia. La
      preparación del reino se hace no por medios artificiales sino que pasa
      al hombre a través de otro hombre. "¿Cómo creerán si nadie les
      predica?" Rom 10,15.
-     Dios no ha querido salvar al hombre uno a uno sino en familia, en
      comunidad. "Determinó Dios convocar a todos los creyentes en Cristo en
      la santa Iglesia" L. G. 2.
-     Nazaret se sitúa en la línea de todas las parábolas de crecimiento del
      Reino.

"Venga a nosotros tu reino"

      Viendo el reinado de Dios en la cruz a la luz de Nazaret, aprendemos
a colaborar con Él en humildad y sencillez como María y José‚ dejando que Él
sea siempre el protagonista.
      Tampoco hoy el reinado de Dios se funda en la fuerza y el dominio.
Quien vive en Nazaret sabe como S. Pablo que "el reino de Dios es justicia
y gozo y paz" y que el modo de implantarlo no es imponerlo sino vivir sus
valores y anunciar su mensaje.
      El hecho de que la reunión de los creyentes en la Iglesia haya estado
precedido por la creación del hogar de Nazaret nos muestra también como
proceder. Todo nuevo creyente debe ser incorporado a una comunidad. Nadie
puede vivir la salvación del reino si no es en comunidad. La Iglesia misma
es una comunidad de comunidades.


20 de noviembre de 2016 - XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo C

                         SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

             "Jesús, acuérdate de mí cuando vuelvas como rey"

II Samuel 5,1-3

      En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a
David y le dijeron:
      Hueso y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era
nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel.
      Además el Señor ha prometido: "Tú serás el pastor de mi pueblo, Israel,
tú serás el jefe de Israel."
      Los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David
hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron
a David como rey de Israel.

Colosenses 1,12-20

      Hermanos:
      Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la
herencia del pueblo santo en la luz.
      El nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al
reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el
perdón de los pecados.
      El es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, porque
por medio de Él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres,
visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades, todo
fue creado por Él y para Él.
      El es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
      El es también la cabeza del cuerpo: de la iglesia.
      El es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el
primero en todo, porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
      Y por ‚l quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los
de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Lucas 23,35-43

      En aquel tiempo, las autoridades y el pueblo hacían muecas a Jesús,
diciendo:
      - A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de
Dios, el Elegido.
      Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y di-
ciendo:
      - Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
      Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: ESTE ES
EL REY DE LOS JUDIOS.
      Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
      - ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
      Pero el otro lo increpaba:
      - ¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el suplicio? Lo nuestro es
justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha
faltado en nada.
      y decía:
      - Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
      Jesús le respondió:
      - Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Comentario

      En este último domingo del año litúrgico la Iglesia, pueblo de sa-
cerdotes y de reyes, se encuentra con su Rey, Cristo Jesús.
      El evangelio nos presenta a Jesús en la cruz como centro de las miradas
y de la atención de todos los que le rodean. El evangelista ha sabido recoger
las palabras y gestos que tienden a destacar, entre luces y sombras, la
figura de Cristo y su papel de guía y salvador de toda la humanidad.
      En medio de la total oscuridad, de la increencia que se amontona
entorno a Jesús, destaca como un rayo de luz la fe del buen ladrón: "Jesús
acuérdate de mí cuando vuelvas como rey".
      Jesús es rey y salvador precisamente en la cruz. Sólo la fe pudo
descubrir en aquel hombre crucificado como los malhechores, insultado,
acusado y humillado, al Cristo de Dios, capaz de dar la vida y la salvación,
capaz de resurgir de la muerte y de volver un día como rey. Pero en este
caso, como en tantos otros, las tinieblas de la incredulidad hacen resaltar
con más brillo la luz. Todos los títulos aplicados en son de burla a Jesús
por los jefes del pueblo, por el malhechor, por los soldados resultan
paradójicamente ciertos. Incluso el letrero escrito sobre la cruz (al que
Lucas no alude como motivo de condena) viene a ser un título de gloria.
      Como para indicar que la cruz es la subversión de todos los valores y
que el poder de Dios no se asienta sobre ninguna potencia humana, Jesús es
rey en y desde la cruz, lugar de la máxima limitación humana. Su reinado no
es imposición de un poder que limite las posibilidades del hombre, sino, al
contrario, la liberación de todas sus cadenas empezando por la del pecado y
de la muerte para que pueda vivir conforme a su verdadera naturaleza que está 
hecha a imagen de Dios.

En Nazaret

      Leído desde la humildad de Nazaret el evangelio de la realeza de Cristo
en la cruz, se hace más nítido y más comprensible para nuestra fe.
      Quien había sido anunciado como "Hijo del Altísimo" a quien Dios había
de dar el trono de David su antepasado. Aquel que "reinará para siempre en
la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin" (Lc 1,32-33), con el sí de María
se hizo carne y acampó entre nosotros. Vivió largos años en Nazaret y era
conocido como "el hijo del carpintero" Mt 13,55.
      El camino que lleva a la humillación radical de la cruz pasa por la
humildad radical de Nazaret. La encarnación cobra todo su sentido a la luz
de la redención, pero al mismo tiempo descubre amplitud y concreción del acto
redentor. El hecho de que antes de morir por nosotros Cristo asumiera todas
las características de un hombre muestra que el gesto redentor es para todo
hombre que viene a este mundo.
      Nazaret nos revela y ayuda a comprender además el modo de establecerse
el reinado de Dios:

-     Dios no reina exhibiendo su poder sino ofreciendo calladamente la sal-
      vación desde dentro de cada hombre y cada situación de la historia. La
      preparación del reino se hace no por medios artificiales sino que pasa
      al hombre a través de otro hombre. "¿Cómo creerán si nadie les
      predica?" Rom 10,15.
-     Dios no ha querido salvar al hombre uno a uno sino en familia, en
      comunidad. "Determinó Dios convocar a todos los creyentes en Cristo en
      la santa Iglesia" L. G. 2.
-     Nazaret se sitúa en la línea de todas las parábolas de crecimiento del
      Reino.

"Venga a nosotros tu reino"

      Viendo el reinado de Dios en la cruz a la luz de Nazaret, aprendemos
a colaborar con Él en humildad y sencillez como María y José‚ dejando que Él
sea siempre el protagonista.
      Tampoco hoy el reinado de Dios se funda en la fuerza y el dominio.
Quien vive en Nazaret sabe como S. Pablo que "el reino de Dios es justicia
y gozo y paz" y que el modo de implantarlo no es imponerlo sino vivir sus
valores y anunciar su mensaje.
      El hecho de que la reunión de los creyentes en la Iglesia haya estado
precedido por la creación del hogar de Nazaret nos muestra también como
proceder. Todo nuevo creyente debe ser incorporado a una comunidad. Nadie
puede vivir la salvación del reino si no es en comunidad. La Iglesia misma
es una comunidad de comunidades.
TEODORO BERZAL. hsf
 

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