sábado, 24 de octubre de 2015

Ciclo B - TO - Domingo XXX

25 de octubre de 2015 - XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo B

"Y lo siguió por el camino"

-Jer 31,7-9
-Sal 125
-Heb 5,1-6

      Marcos 14,46-52

      En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante
gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del
camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
      Hijo de David, ten compasión de mí.
      Muchos le regañaban para que se callara. Pero ‚él gritaba más:
      Hijo de David, ten compasión de mí.
      Jesús se detuvo y dijo:
      Llamadlo.
      Llamaron al ciego diciéndole:
      Animo, levántate, que te llama.
      Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
      Jesús le dijo:
      ¿Qué quieres que haga por ti?
      El ciego le contestó:
      Maestro, que pueda ver.
      Jesús le dijo:
      Anda, tu fe te ha curado.
      Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

Comentario

      La Palabra de Dios se abre hoy con la página de Jeremías que anuncia
los tiempos mesiánicos en los que el Señor cuidará de todas las ovejas de su
rebaño. Esa promesa de salvación se ve realizada en Cristo que cura y salva
a quienes creen en Él, ya que es el sumo sacerdote lleno de compasión para
quienes viven en la ignorancia y el error.
      Si consideramos mas detenidamente la página del evangelio vemos que
tiene dos niveles de significado. En el primero podemos considerar el caso
personal del ciego Bartimeo que lanza un grito desde su situación de
indigencia y, a pesar de los obstáculos hace oír su petición. En un breve
diálogo con Jesús, Éste lo hace pasar desde la exposición de la necesidad de
que lo angustia (recobrar la vista) hasta la fe que salva : "Tu fe te ha
salvado" (10,52). Este diálogo con Jesús es ciertamente el punto culminante
del proceso que sigue el ciego y que va de la invocación insistente y
confiada al encuentro personal con Jesús en el que recupera la vista y llega
a la fe para terminar siguiendo al maestro en camino hacia Jerusalén.
      Precisamente ese itinerario tan bien trazado por el evangelista ha
llevado a ver a muchos comentaristas un segundo nivel de significado en el
relato.
      En primer término hay que decir que se trata del ultimo milagro operado
por Jesús en favor de una persona y, en cuanto tal, pone el punto final a esa
sección del evangelio de Marcos que se caracteriza por las enseñanzas, los
milagros y los anuncios de la pasión mientras va de camino hacia Jerusalén.
      La enseñanza sobre la fe que se desprende de este episodio deja bien
claro que ésta es la condición esencial para acompañarlo hasta el
cumplimiento de su misión en la tierra. Sólo quien cree en Él y lo confiesa
como Mesías puede compartir su destino. La historia de la fe del ciego hijo
de Timeo, es paradigmática de la experiencia de todo discípulo y remite al
lector del evangelio al comienzo de la predicación de Jesús, cuando decía:
"Convertíos y creed en el evangelio".
      La iniciación bautismal que es todo el evangelio de Marcos encuentra
en este pasaje uno de los ejemplos más característicos. Es también una
indicación de que puede siempre ser leído para volver a la fuente de toda
vida cristiana.

                              "Hijo de David"

      El título de Hijo de David dado a Jesús aparece solamente dos veces en
el evangelio de Marcos: en la invocación del ciego Bartimeo y en su discusión
con los fariseos (12,35-37). A pesar del significado mesiánico que comporta
este título, Jesús no impone silencio al ciego, como había hecho en otras
ocasiones para impedir que se rompiera el llamado secreto mesiánico. Quizá 
porque hacia el final de su vida no se prestaba ya a confusión con un papel
político.
      Meditando el evangelio desde Nazaret podemos detener nos sobre el
significado de ese título, ya que es allí donde tiene su origen y ha servido
para confesar la fe en la realidad mesiánica de Jesús. Dejando de lado los
muchos problemas exegéticos que plantean las genealogías de Jesús que Mateo
y Lucas traen en sus evangelios, podemos decir que su sentido global es
confirmar que en Jesús se ha cumplido de la promesa de Dios de que el Mesías
nacería de la familia de David.
      Para los comentaristas actuales los dos evangelistas ofrecen la
genealogía de Jesús a través de José. Mateo daría una genealogía "natural",
mientras Lucas presentaría su ascendencia "legal". Sea como fuere, lo cierto
es que, al llegar a Jesús, hay un eslabón genealógico y tomando al pie de la
letra lo que escriben los evangelistas, sólo María engendra a Jesús por obra
del Espíritu Santo.
      Por otra parte, el origen davídico de Jesús queda subrayado por el
 ángel en el anuncio a María: "El Señor le dará el trono de David su padre"
(Lc 1,32). Y Jesús nace "en la ciudad de David" (Lc 2,11).
      ¿Qué‚ significado pudo tener el título de Hijo de David en boca del
ciego Bartimeo aplicado a Jesús? Quizá  la explicación de esa asociación del
título de Hijo de David con el poder de curación de Jesús, al que el
evangelista hoy se refiere pueda encontrarse en la frase del viejo Simeón,
cuando, lleno del Espíritu santo, exclamó al ver al niño con María y José‚:
"Ha suscitado una fuerza de salvación en la casa de David su siervo" (Lc
1,69).
      Para el ciego, como para María y José‚ y para los primeros cristianos,
la ascendencia davídica de Jesús no era sólo un hecho biológico o de
parentesco. Confesarlo como Hijo de David era un modo de proclamar su fe en
Él y de ponerse en camino para seguirlo.

Señor Jesús, Hijo de David,
hoy gritamos a ti desde nuestras tinieblas.
Queremos dejar el manto de todo lo que nos estorba
y vencer las resistencias que nos impiden llegar a ti.
Queremos verte y, a través del encuentro contigo,
recibir esa luz nueva y esa fuerza
que nos permita abandonar
el lugar de miseria y marginación
para caminar con alegría y esperanza
con todo los que comparten tu destino
y te aclaman como Hijo de David.

                              Creer y caminar

      Es la misma fe la que lleva al ciego a lanzar su grito hacia el
Salvador que pasa y a ponerse luego en camino tras Él.
      Hoy podemos poner nuestra fe sobre el calco de la de este hombre. Esa
es sin duda también la intención del evangelista al escribir el relato del
milagro de la curación del ciego.
      Como para Bartimeo, muchos son los obstáculos internos y externos,
personales y de ambiente, que se oponen a ese itinerario de la fe que va de
la invocación convencida desde la propia miseria al encuentro personal con
Jesús. Y desde ese encuentro en el que el ansia de la curación material queda
transfigurada en el deseo de esa otra forma de ver que consiste en saber
quién es realmente Jesús y poderlo proclamar con libertad ante los demás.
      Y no es menos importante la segunda parte del itinerario de la fe que
consiste en el seguimiento de Jesús. El joven rico no fue capaz de dar el
paso del seguimiento porque "tenía muchas riquezas". El ciego que recobra la
vista, es, por el contrario, el modelo del discípulo que sigue a Jesús por
el camino. El primer tramo del itinerario de la fe que va desde la propia
situación al encuentro con Jesús los dos lo recorren igualmente, pero luego,
sólo el ciego siguió a Jesús.
      El contraste de los dos personajes es evidente y aleccionador en el
evangelio de Marcos. Para él (y para nosotros), solo quien es capaz de seguir
a Jesús después de haberlo encontrado es el verdadero discípulo. No valen los

caminos de fe que se quedan truncados.
TB.hsf

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