28
de octubre de 2018 - XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo B
"Y lo siguió por el camino"
-Jer
31,7-9
-Sal
125
-Heb
5,1-6
-Mc
10,46-52
Marcos 14,46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó
con sus discípulos y bastante
gente,
el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del
camino
pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara.
Pero él gritaba más:
Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo:
Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
Animo, levántate, que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó
a Jesús.
Jesús le dijo:
¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
Maestro, que pueda ver.
Jesús le dijo:
Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía
por el camino.
Comentario
La Palabra de Dios se abre hoy con la
página de Jeremías que anuncia
los
tiempos mesiánicos en los que el Señor cuidará de todas las ovejas de su
rebaño.
Esa promesa de salvación se ve realizada en Cristo que cura y salva
a
quienes creen en Él, ya que es el sumo sacerdote lleno de compasión para
quienes
viven en la ignorancia y el error.
Si consideramos mas detenidamente la
página del evangelio vemos que
tiene
dos niveles de significado. En el primero podemos considerar el caso
personal
del ciego Bartimeo que lanza un grito desde su situación de
indigencia
y, a pesar de los obstáculos hace oír su petición. En un breve
diálogo
con Jesús, Éste lo hace pasar desde la exposición de la necesidad de
que
lo angustia (recobrar la vista) hasta la fe que salva: "Tu fe te ha
salvado"
(10,52). Este diálogo con Jesús es ciertamente el punto culminante
del
proceso que sigue el ciego y que va de la invocación insistente y
confiada
al encuentro personal con Jesús en el que recupera la vista y llega
a la
fe para terminar siguiendo al maestro en camino hacia Jerusalén.
Precisamente ese itinerario tan bien
trazado por el evangelista ha
llevado
a ver a muchos comentaristas un segundo nivel de significado en el
relato.
En primer término, hay que decir que se
trata del ultimo milagro operado
por
Jesús en favor de una persona y, en cuanto tal, pone el punto final a esa
sección
del evangelio de Marcos que se caracteriza por las enseñanzas, los
milagros
y los anuncios de la pasión mientras va de camino hacia Jerusalén.
La
enseñanza sobre la fe que se desprende de este episodio deja bien
claro
que ésta es la condición esencial para acompañarlo hasta el
cumplimiento
de su misión en la tierra. Sólo quien cree en Él y lo confiesa
como
Mesías puede compartir su destino. La historia de la fe del ciego hijo
de
Timeo, es paradigmática de la experiencia de todo discípulo y remite al
lector
del evangelio al comienzo de la predicación de Jesús, cuando decía:
"Convertíos
y creed en el evangelio".
La iniciación bautismal que es todo el
evangelio de Marcos encuentra
en
este pasaje uno de los ejemplos más característicos. Es también una
indicación
de que puede siempre ser leído para volver a la fuente de toda
vida
cristiana.
"Hijo de David"
El
título de Hijo de David dado a Jesús aparece solamente dos veces en
el
evangelio de Marcos: en la invocación del ciego Bartimeo y en su discusión
con
los fariseos (12,35-37). A pesar del significado mesiánico que comporta
este
título, Jesús no impone silencio al ciego, como había hecho en otras
ocasiones
para impedir que se rompiera el llamado secreto mesiánico. Quizá
porque
hacia el final de su vida no se prestaba ya a confusión con un papel
político.
Meditando el evangelio desde Nazaret
podemos detener nos sobre el
significado
de ese título, ya que es allí donde tiene su origen y ha servido
para
confesar la fe en la realidad mesiánica de Jesús. Dejando de lado los
muchos
problemas exegéticos que plantean las genealogías de Jesús que Mateo
y
Lucas traen en sus evangelios, podemos decir que su sentido global es
confirmar
que en Jesús se ha cumplido de la promesa de Dios de que el Mesías
nacería
de la familia de David.
Para los comentaristas actuales los dos
evangelistas ofrecen la
genealogía
de Jesús a través de José. Mateo daría una genealogía "natural",
mientras
Lucas presentaría su ascendencia "legal". Sea como fuere, lo cierto
es
que, al llegar a Jesús, hay un eslabón genealógico y tomando al pie de la
letra
lo que escriben los evangelistas, sólo María engendra a Jesús por obra
del
Espíritu Santo.
Por otra parte, el origen davídico de
Jesús queda subrayado por el
ángel
en el anuncio a María: "El Señor le dará el trono de David su padre"
(Lc
1,32). Y Jesús nace "en la ciudad de David" (Lc 2,11).
¿Qué‚ significado pudo tener el título de
Hijo de David en boca del
ciego
Bartimeo aplicado a Jesús? Quizá la explicación de esa asociación del
título
de Hijo de David con el poder de curación de Jesús, al que el
evangelista
hoy se refiere pueda encontrarse en la frase del viejo Simeón,
cuando,
lleno del Espíritu santo, exclamó al ver al niño con María y José‚:
"Ha
suscitado una fuerza de salvación en la casa de David su siervo" (Lc
1,69).
Para el ciego, como para María y José‚ y
para los primeros cristianos,
la
ascendencia davídica de Jesús no era sólo un hecho biológico o de
parentesco.
Confesarlo como Hijo de David era un modo de proclamar su fe en
Él y
de ponerse en camino para seguirlo.
Señor
Jesús, Hijo de David,
hoy
gritamos a ti desde nuestras tinieblas.
Queremos
dejar el manto de todo lo que nos estorba
y
vencer las resistencias que nos impiden llegar a ti.
Queremos
verte y, a través del encuentro contigo,
recibir
esa luz nueva y esa fuerza
que
nos permita abandonar
el
lugar de miseria y marginación
para
caminar con alegría y esperanza
con
todo los que comparten tu destino
y te
aclaman como Hijo de David.
Creer y caminar
Es
la misma fe la que lleva al ciego a lanzar su grito hacia el
Salvador
que pasa y a ponerse luego en camino tras Él.
Hoy podemos poner nuestra fe sobre el
calco de la de este hombre. Esa
es
sin duda también la intención del evangelista al escribir el relato del
milagro
de la curación del ciego.
Como para Bartimeo, muchos son los
obstáculos internos y externos,
personales
y de ambiente, que se oponen a ese itinerario de la fe que va de
la
invocación convencida desde la propia miseria al encuentro personal con
Jesús.
Y desde ese encuentro en el que el ansia de la curación material queda
transfigurada
en el deseo de esa otra forma de ver que consiste en saber
quién
es realmente Jesús y poderlo proclamar con libertad ante los demás.
Y no es menos importante la segunda parte
del itinerario de la fe que
consiste
en el seguimiento de Jesús. El joven rico no fue capaz de dar el
paso
del seguimiento porque "tenía muchas riquezas". El ciego que recobra
la
vista,
es, por el contrario, el modelo del discípulo que sigue a Jesús por
el
camino. El primer tramo del itinerario de la fe que va desde la propia
situación
al encuentro con Jesús los dos lo recorren igualmente, pero luego,
sólo
el ciego siguió a Jesús.
El contraste de los dos personajes es
evidente y aleccionador en el
evangelio
de Marcos. Para él (y para nosotros), solo quien es capaz de seguir
a
Jesús después de haberlo encontrado es el verdadero discípulo. No valen los
caminos
de fe que se quedan truncados.
TEODORO BERZAL hsf
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