21 de julio de 2019 - XVI DOMINGO DEL
TIEMPO ORDINARIO - Ciclo C
"Sentada a los
pies del Señor escuchaba su palabra"
Lucas 10,38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta
lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del
Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se
paró y dijo:
- Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el
servicio? Dile que me eche una mano.
Pero el Señor le contestó:
- Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una
es necesaria. María ha escogido la
parte mejor, y no se la quitarán.
Comentario
La escucha de la Palabra es una
actitud que Jesús destaca como esen-
cial. Aquí no se trata de establecer la
complementariedad de los carismas en
la comunidad cristiana (unos
especialistas en el servicio y otros en la
oración) y menos aún de establecer una
jerarquía interna entre ellos
(superioridad de la contemplación sobre
la acción). Las palabras de Jesús que
elogian el comportamiento de María,
señalan cual es la condición primera y
esencial de todos los seguidores de
Jesús: estar atentos a su palabra. Las
demás cosas vienen después. Podemos
leer las palabras finales del evangelio
de hoy en la misma línea de otras que
se encuentran en pasajes cercanos: "El
que no está conmigo está contra
mí" Lc 11,23. "Dichosos más bien los que oyen
la Palabra de Dios y la guardan"
Lc 11,28. "La lámpara de tu cuerpo es tu
ojo. Cuando tu ojo está sano también
todo tu cuerpo está luminoso" Lc 11,34.
"Pero ¡ay de vosotros los
fariseos! purificáis por fuera la copa y el plato,
mientras por dentro estáis llenos de
rapiña y maldad ¡Insensatos!. ¿El que
hizo el exterior no hizo también el
interior?" Lc 11,39-41 (cfr. Lc 11,42).
En todas estas expresiones y en otras muchas del evangelio hay una idea
común: Jesús va a lo esencial.
"Una sola cosa es necesaria". Quien ha
entendido de qué se trata no necesita
más explicaciones. Cuando se ha dado
con el punto clave, que es la
aceptación de Jesús y su mensaje todo lo demás
viene "por añadidura".
En el evangelio de hoy vemos cómo María supo ir directamente a lo
importante en contraste con la
multiplicidad de ocupaciones de su hermana.
Ser "María" en Nazaret
Jesús no empezó a hablar cuando inició su vida pública. S. Lucas nos
transmite sólo una palabras suyas,
significativas al mismo tiempo que
misteriosas, pronunciadas cuando tenía
doce años. Y a lo largo de los treinta
años de vida en Nazaret Jesús diría
muchas otras cosas semejantes a las que
leemos en el evangelio. Uno no se
inventa un modo de hablar a los treinta
años.
El Evangelio dice por dos veces que María, la madre de Jesús, con-
servaba estas cosas (hechos-palabras)
meditándolas en su corazón. Gracias a
ella se conservan seguramente las
páginas más bellas del evangelio de la
infancia de Cristo.
La reflexión de María a la luz de los acontecimientos de la Pascua,
hizo que todos aquellos detalles de la
infancia revelaran plenamente su
profundo significado para los
seguidores de Jesús. María fue la primera en
descubrirlo.
Pero la actitud de escucha de la Palabra no se limitó para María al
tiempo de Nazaret. Supo dar el paso de
convertirse en discípula de su propio
hijo. Los evangelios nos la presentan
siguiendo, al menos ocasionalmente, a
Jesús y recogiendo, junto con un
reducido número de personas, sus últimas
palabras al pie de la cruz.
Oyentes de la Palabra
El comportamiento de María y de José frente a Jesús en Nazaret, la
Palabra hecha carne, nos enseña cómo
vivir esta realidad fundamental de la
vida cristiana que es la escucha y
asimilación de la Palabra de Dios.
Escuchar la Palabra, vivir con ella, acogerla y hacerla germinar y
crecer es la esencia misma de la vida
nazarena.
A la luz del evangelio de hoy, la exigencia de dejarlo todo por Jesús,
como hicieron María y José, se hace más
apremiante que nunca para quienes
deseamos compartir su vida.
Importante es también para nosotros la escucha prolongada de la Palabra
tratando de recoger todos sus matices,
toda su densidad, toda su fuerza de
fecundación como lo hicieron Jesús,
María y José‚ en Nazaret. Nuestra vida hoy
necesita de esa escucha prolongada que
a la larga transforma al oyente y con
la fuerza del Espíritu del Espíritu
Santo cambia su mentalidad. No podemos
olvidar que hay muchas otras palabras,
ideas e imágenes en nuestro mundo que
luchan por borrar la fuerza de la
Palabra.
Finalmente, la imagen de María que escucha a los pies de Jesús nos ayuda
a integrar el momento contemplativo en
nuestra vida. Es el momento de suprema
apertura a Dios y a los hombres. No se
sitúa en alternativa con la acción,
sino como su complemento indispensable
siendo ambas, expresión del mismo amor.
TEODORO BERZAL hsf
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