sábado, 9 de enero de 2021

Ciclo B - Bautismo del Señor

 10 de enero de 2021 - I DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo B

 

BAUTISMO DEL SEÑOR

 

    "Jesús vino desde Nazaret de Galilea y fue bautizado en el Jordán"

 

-Is 55,1-11

-Is 12,2-6

-IJn 5,1-9

-Mc 1,7-11

 

Marcos 1, 6b-11

 

      En aquel tiempo, proclamaba Juan:

      - Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco ni aga-

charme para desatarle las sandalias.

      Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo.

      Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo

bautizara en el Jordán.

      Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia

Él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:

      - Tú eres mi Hijo amado, mi preferido.

 

Comentario

 

      Las lecturas de este domingo presentan en primer plano el bautismo de

Jesús y tienen como trasfondo el bautismo de todo cristiano a través de la

simbología del agua y del nuevo nacimiento.

      El bautismo de Jesús es presentado como un acontecimiento fundacional,

como un "nuevo comienzo" de su existencia terrena. Durante él tiene lugar la

manifestación trinitaria que revela la condición divina de Jesús y su misión

mesiánica. El Espíritu Santo irrumpe en la persona de Jesús, el Padre revela

la verdadera naturaleza de su Hijo y Éste recibe el bautismo en el agua en

plena solidaridad con el pueblo.

      El acontecimiento del Jordán, que todos los comentaristas dan como

hecho histórico por considerar lo difícil que hubiera sido que la comunidad

primitiva inventara un relato en el que Jesús se somete a Juan, está

relacionado con la pascua. En el bautismo se anticipa lo que en la pascua se

revelará plenamente: quién es Jesús y cuál es el sentido último de su misión.

      El Jesús histórico, plenamente consciente de su condición filial y

lleno del Espíritu Santo, camina así hacia la pascua siendo el modelo

perfecto de todo cristiano. Este está llamado a participar en esa condición

filial ("todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios" I Jn 5,1)

y a emprender el camino de su liberación, que el Espíritu Santo realiza.

      Nuestra salvación aparece así como obra de la Trinidad. Así se

expresaba un padre de la Iglesia: "Como la primera creación fue obra de la

Trinidad, también la segunda creación es obra de la Trinidad".

 

Desde Nazaret

 

      Fue de Nazaret de Galilea de donde Jesús salió para ser bautizado en

el Jordán, apunta Marcos.

      Cuando Jesús llegó al lugar del bautismo se puso entre los que iban

siendo bautizados en una actitud de plena solidaridad con los demás hombres.

Y es que su camino de encarnación en Nazaret le había llevado a esa plena

identificación con el hombre, a compartir plenamente la condición humana. De

ahí que ahora, al comienzo de su ministerio se sitúe "naturalmente" entre

aquellos a quienes va a salvar.

      Así como la pascua reveló quién era en verdad el crucificado del

Gólgota, la manifestación trinitaria del Jordán revela quién era el que había

vivido durante treinta años sometido a María y a José.

      El acontecimiento inaugural de la etapa final de la vida de Jesús es

de algún modo también la culminación de su experiencia de vida oculta en

Nazaret y proyecta una luz sobre esos que un autor ha llamado "años oscuros"

de la vida de Jesús. Quien vivía en Nazaret era el "Hijo amado" del Padre y

estaba lleno del Espíritu Santo.

      El camino desde Nazaret de Galilea hasta el Jordán, donde Juan bautiza-

ba, es así imagen del camino pascual de Jesús pues en él avanza también hacia

la revelación de su persona y de su misión.

      En ese recorrido, los años de Nazaret son esa etapa de encarnación en

el itinerario de la Palabra (Is 55,10) en que, al igual que la lluvia,

permanece en la tierra, la fecunda y la hace germinar. Nazaret es el momento

de la penetración de lo infinito en lo limitado, pero sin que esto aprisione

la Palabra. Esta, siguiendo el himno de Isaías, vuelve a Dios después de

haber fecundado la tierra. Y de Nazaret, en efecto, salió Jesús para empren-

der su camino pascual de retorno al Padre.

 

Te bendecimos, Padre,

porque llamando con tu voz "Hijo amado" a Jesús,

nos descubres también a nosotros

nuestra condición de hijos tuyos en Él.

Deseamos acoger en nuestra vida al Espíritu Santo

que libera y transforma,

que nos da vida nueva y nos hace solidarios con todos.

Trinidad santísima,

Padre, Hijo y Espíritu Santo,

origen y meta de todo,

gracias por habernos sellado en el agua del bautismo

y por habernos puesto en el camino de la salvación.

 

Vivir como bautizados

 

      Necesitamos en la vida de cada día el testimonio concorde del Espíritu,

del agua y de la sangre. El bautismo no es un acontecimiento que queda en el

comienzo de nuestra vida cristiana sólo como puerta de entrada, como hecho

del pasado.

      El testimonio del agua (agua del Jordán, agua del bautismo) en la que

el Espíritu Santo nos revela nuestra condición de hijos del Padre gracias a

la sangre derramada por Cristo, es algo actual en nuestra vida.

      El testimonio del agua manifiesta en la oscuridad de nuestros días, de

nuestros años, en la monotonía de nuestras actividades, en las apariencias

de nuestra condición actual, la verdad que funda y da sentido a nuestra vida.

La revelación trinitaria del agua (agua del Jordán, agua del bautismo) nos

dice quiénes somos verdaderamente y cuál es nuestra misión en el mundo.

      El testimonio del agua es concorde con el del Espíritu, quien nos

asegura "que somos hijos de Dios, y si hijos también herederos" (Rom 8,14),

porque Cristo nos redimió con su sangre.

      En el día que celebramos "el testimonio de Dios acerca de su Hijo" (I

Jn 5,9), dado en el río Jordán, hacemos presente el testimonio que a través

de los signos de la fe nos da también a nosotros que vivimos en la oscuridad

de Nazaret.

 

VOLVER A NAZARET - TEODORO BERZAL hsf

 

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