sábado, 16 de enero de 2021

Ciclo B - TO - Domingo II

 17 de enero de 2021 - II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - Ciclo B

 

"Y se quedaron con Él aquel día"

 

-ISam 3,3-10,19

-Sal 39

-Ico 6,13-15,17-20

-Jn 1,35-42

 

Juan 1,35-42

 

      En aquel tiempo estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en

Jesús que pasaba, dijo:

       - Este es el cordero de Dios.

      Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se

volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó:

       - ¿Qué buscáis?

      Ellos le contestaron:

      - Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?

      Él les dijo:

      - Venid y lo veréis.

      Entonces fueron, vieron dónde vivía, y se quedaron con Él aquel día;

serían las cuatro de la tarde.

      Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan

y siguieron a Jesús; encontró primero a su hermano Simón y le dijo:

      - Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).

      Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:

      - Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa

Pedro).

 

Comentario

 

      El tema que unifica los textos litúrgicos de este domingo es el de la

llamada de Dios. En el centro del mensaje está la persona de Cristo, quien

se presenta a la vez dispuesto a cumplir la voluntad de Dios (Sal 39) y es

el protagonista de la llamada a los apóstoles y a todos los cristianos. Este

mensaje se sitúa así en conexión con el del domingo pasado sobre la persona

y misión del Mesías dando la clave de interpretación de toda experiencia

vocacional.

      La palabra de Dios nos presenta sucesivamente la vocación de Samuel,

la vocación del Mesías, la de todo cristiano y la de los primeros discípulos

de Jesús. Cada una de ella nos va descubriendo algún aspecto importante de

ese momento decisivo del encuentro con Dios en el que se pone en juego la

existencia entera de una persona.

      En Samuel vemos la elaboración progresiva de una respuesta bajo la guía

de un maestro. En la vocación de los primeros discípulos aparece la importan-

cia del encuentro con Jesús y del testimonio y mediación de los demás. La

segunda lectura pone de relieve la radicalidad y hondura de la entrega que

toda vocación requiere. Como punto clave de todas estas experiencias aparece

la iniciativa de Dios que entra en diálogo con el hombre y la disponibilidad

de quien se siente llamado. Esta disponibilidad la Iglesia la ve, ante todo,

en el primero que fue llamado: el Mesías. Al entrar en el mundo la expresa

con las palabras del salmo 39: "Heme aquí" (cfr. Heb. 10,4-10.

      El seguimiento e imitación de Cristo es lo que da unidad y apertura a

todas las vocaciones específicas dentro de la Iglesia. Por eso entre todos

los rasgos vocacionales que aparecen en las lecturas de hoy quizá sea

oportuno destacar la experiencia de los primeros apóstoles que no sólo fueron

tras Él y vieron donde vivía Jesús, sino que "se quedaron con Él aquel día"

(Jn, 1,39). Es, en efecto, en el contacto prolongado con Jesús como nace y

se desarrolla toda vocación.

 

En Nazaret

 

      Los dos sumarios que Lucas nos da sobre la vida de Jesús en Nazaret (Lc

2,39-40 y 2,51-52) comportan una serie de verbos en imperfecto de indicativo

que crean perfectamente el clima de la duración y del progreso continuo.

      Siguiendo la misma línea de todas las vocaciones que la Palabra de Dios

nos ha presentado hoy, la de María, José y Jesús, revelan en la experiencia

de Nazaret ese aspecto de lenta profundización y maduración.

      El Evangelio dice que Jesús "crecía", pero nosotros podemos intuir que

fueron sobre todo María y José los que más crecieron en ese contacto

prolongado con Jesús que supuso la experiencia nazarena.

      No les bastó a Andrés y a su compañero aquel primer día de vida en

común con Jesús. El evangelista Marcos subraya que cuando Jesús llamó a los

apóstoles fue "para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar" (3,14)

      El evangelio de la vocación, leído en Nazaret, lleva casi instinti-

vamente a valorar intensamente el permanecer con Jesús, tan propio de toda

experiencia vocacional. Lo que los 30 años de Nazaret puedan tener, en

apariencia, de exagerado, debería llevarnos a dar el paso hacia el "siempre".

Es decir, con Jesús hay que estar siempre. También cuando se es enviado a

predicar en su nombre. Así nos lo enseña María, que estuvo con Jesús en

Nazaret y también al pie de la cruz y entre los apóstoles el día de

Pentecostés.

 

"Heme aquí, Señor"

Tú me has llamado y quiero responder a tu voz.

Como aquel día en que te conocí,

en el que supe quién eras

y en el que se decidió mi existencia,

hoy quiero ponerme en camino tras tus pasos.

Me pongo entre tus manos,

haz de mí lo que quieras.

Que tu Espíritu Santo, Padre,

me lleve a saber quedarme siempre con Jesús,

a buscarlo y a desear parecerme a Él,

a crecer con Él, a obrar con Él.

 

Vocaciones

 

      La Palabra de este domingo leída en Nazaret nos lleva también al hoy

de nuestra vocación y a estimar toda vocación en la Iglesia.

      La vocación es a la vez un don inesperado y un proceso de búsqueda que

compromete la existencia entera. Vivir nuestra vida como vocación es estar

constantemente pendientes de las llamadas que el Señor nos va haciendo a lo

largo de la vida y elaborar progresivamente nuestra respuesta.

      Esto implica también ser sensible a todas las vocaciones en la Iglesia.

La urgencia de ciertas tareas u otros motivos no deben llevarnos a

minusvalorar la maduración de las respuestas vocacionales. Sabemos que hoy

el compromiso de por vida requiere planteamientos más largos que en otras

épocas y que ciertas características de nuestro mundo y algunas condiciones

de los jóvenes, tienden a que se prolonguen los tiempos de la formación

inicial y a que se retrase el momento del compromiso. Sepamos vivir todo esto

desde la fe, aceptándolo como tiempo de Nazaret, como tiempo de maduración,

sin impaciencia; con la esperanza de que el Espíritu Santo va trabajando en

el secreto más allá de las apariencias y más allá de nuestros cálculos.

      Todo esto no ha de ser un impedimento para hacernos portadores de la

llamada de Jesús, a veces exigente y apremiante. El mismo, en el momento

oportuno, salió de Nazaret...

 

VOLVER A NAZARET - TEODORO BERZAL hsf

 

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