sábado, 30 de enero de 2021

Ciclo B - TO - Domingo IV

 31 de enero de 2021 - IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo B

 

                   "¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva!"

 

-Dt 18,15-20

-Sal 94

-ICo 7,32-35

-Mc 1,21-28

 

Marcos 1,21-28

 

      Llegó Jesús a Cafarnaúm, y, cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga

a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como

los letrados, sino con autoridad.

      Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu in-

mundo, y se puso a gritar:

      - ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con

nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.

      Jesús le increpó:

      - Cállate y sal de él.

      El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.

Todos se preguntaron estupefactos:

      - ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los

espíritus inmundos les manda y lo obedecen.

      Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca

entera de Galilea.

 

Comentario

     

      El evangelio de hoy empieza a describirnos en lo concreto de la vida

de Jesús, el misterio de su persona y de su misión.

      La página del Deuteronomio en la primera lectura, introduce la figura

del profeta que Jesús encarna con su palabra y con su acción liberadora. El

modo nuevo que Dios elige para comunicarse con su pueblo es un paso más en

el camino de la encarnación. Este camino llega a su realización perfecta

cuando surge el "profeta en medio de sus hermanos", es decir, Jesús: capaz

al mismo tiempo de hablar el lenguaje humano, porque es verdadero hombre y

de transmitir las palabras que Dios pone en su boca, enseñando con autoridad.

      Pero Jesús no encarna sólo la figura del maestro que enseña, es también

quien libera del mal y no sólo del mal de las enfermedades, sino del mal

radical al que el hombre esta sometido bajo el poder del demonio. El

evangelio no separa los dos aspectos.

      Precisamente en un sábado, el día séptimo, el hombre, por la acción de

Jesús, recupera su dignidad y libertad quedando restablecido en su dignidad

primera.

      La eficacia de la palabra de Jesús frente al poder del demonio y la

autoridad de su doctrina es lo que lleva la gente de la sinagoga a plantearse

la cuestión esencial: "¿Quién es éste?" A ella parecen hacer eco las palabras

del espíritu inmundo: "Sé quién eres tú". Y hasta tiene la respuesta exacta.

      Esa respuesta juega una doble función en el relato evangélico. Por una

parte es una confirmación de lo que el lector sabe ya desde el acontecimiento

del bautismo en el Jordán, por otra sirve para denunciar la inutilidad de una

confesión de fe, aunque sea exacta, puramente teórica.

      El camino que el evangelio propone es otro: es el seguimiento de Jesús,

escuchando (con admiración) su mensaje y viendo los signos que realiza para

entrar en la dinámica de vida que Él propone.

 

"Jesús de Nazaret"

 

      El final del evangelio de hoy nos devuelve de modo genérico a los

lugares donde Jesús pasó su infancia y adolescencia: "Bien pronto su fama se

extendió por todas partes, en toda la región de Galilea" (Mc 1,28). Esto nos

ayuda a meditar la Palabra de hoy no sólo desde esos lugares, sino desde el

tiempo concreto en que Jesús vivía en Nazaret, sin ser aún reconocido como

"el profeta poderoso en palabras y obras" (Lc 24,19).

      Existe, en efecto, en la vida de Jesús una conexión intrínseca entre

las palabras y las obras que realiza en el modo más perfecto esa ley general

de la revelación divina (Dei Verbum 2). De este modo el tiempo vivido en

Nazaret queda explicitado en las palabras que después Jesús pronunció.

      Igual que su gesto de expulsar un demonio queda iluminado por su

doctrina expuesta con autoridad, de manera que su figura no queda reducida

a la de un simple exorcista, así también las enseñanzas de Jesús iluminan su

modo de vivir en Nazaret. De este modo su vida de joven no queda reducida a

la de "un hombre cualquiera", sino que en ella se encierra el misterio de

quien es de verdad el "Santo de Dios" (Mc 1,24)

      El silencio impuesto al demonio, opresor de aquel hombre de Cafarnaún,

es la condenación de toda proclamación inoportuna, a destiempo aun, de lo que

es la verdad de Dios. Fue el silencio misterioso vivido por Jesús en Nazaret

lo que después le permitió decir con autoridad: "Cállate y sal de él" (Mc

1,25)

 

Con la gente de Cafarnaún,

quedamos admirados de tu palabra

y del poder divino que obra en ti, Señor Jesús.

Tus palabras y tus obras

manifiestan la llegada del reino de Dios.

Queremos ponernos a la escucha de lo que dices

y pedimos la luz de tu Espíritu

que nos lleve a la admiración

y al sano temor ante lo que haces,

pero también al seguimiento y a la entrega.

 

Palabra y liberación

 

      Ante el modo de comunicación de Dios con el hombre que es la palabra

y que encuentra su plenitud en la Palabra hecha carne en Jesús, la actitud

primera del creyente es la escucha.

      Escucha para asimilar y comprender lo que Dios dice. Pero no una

escucha simplemente racional que se limita a analizar y estructurar unos

contenidos. Una tal escucha puede terminar en una confesión de fe semejante

a la del demonio de Cafarnaún.

      La nuestra debe ser una escucha en la que cabe la admiración, el temor

respetuoso, el reconocimiento de que Dios es alguien que nos sobrepasa. Desde

esa escucha se puede pasar a la proclamación profética que el mundo de hoy,

como el del momento en que se escribió el Deuteronomio, necesita.

      Palabra y liberación. Ante Jesús, que libera al endemoniado, hemos de

reconocer nuestra necesidad continua de liberación y de redención del poder

del mal que nos rodea y que a veces nos atenaza por dentro. Es el primer paso

para poder ayudar a los demás a volver a su dignidad primera de hombres

libres, como Dios los creó.

      Viviendo el misterio de Nazaret, donde Jesús aprendió poco a poco

lo que es ser hombre, comprendemos todo el alcance de la palabra para llegar

a ser hombre y su constante necesidad de liberación.

 

VOLVER A NAZARET - TEODORO BERZAL hsf

 

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