sábado, 15 de mayo de 2021

Ciclo B - Pascua - Ascension

 16 de mayo de 2021 - SOLEMNIDAD DE LA ASCENSION DEL SEÑOR – Ciclo B

 

                                  "Id por el mundo entero"

 

Hechos 1,1-11

 

      En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue

haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles,

que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les

presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo

y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

      Una vez que comían juntos les recomendó:

      -No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi

Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos

días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.

      Ellos lo rodearon preguntándole:

      -Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel? Jesús

contestó:

      -No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre

ha establecido con autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre

vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda

Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.

      Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la

vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos

hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

      -Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús

que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse.

 

Efesios 1,17-23

 

      Hermanos:

      Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé

espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de

vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama,

cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la

extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la

eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de

entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo

principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre

conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.

      Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre

todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

 

Marcos 16,15-20

 

      En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, y les dijo:

      -Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

      El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será

condenado.

      A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi

nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben

un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y

quedarán sanos.

      El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a

la derecha de Dios.

      Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor

actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.

 

Comentario

 

      La ascensión revela la plena glorificación de Jesús en el misterio

pascual. Es su vuelta a la casa del Padre después de haber compartido nuestra

existencia y de haber pasado por la prueba suprema de la cruz.

      La parte final del apéndice del evangelio de Marcos que nos presenta

hoy la liturgia, comprende la última aparición de Jesús a los apóstoles

(aunque el texto litúrgico omite la referencia a la incredulidad de los

mismos), el mandato misionero, la ascensión de Jesús y la ejecución del

mandato recibido por parte de los enviados.

      Reciben en el texto un mayor desarrollo las dos partes referidas a la

misión: mandato y ejecución. En la primera se expone la doble respuesta

posible al anuncio del evangelio (aceptación o rechazo) con las consecuencias

que le siguen (salvación o condenación); se enumeran también los signos que

acompañan a la predicación del evangelio. Nótese, sin embargo, que tales

signos van aquí referidos a los destinatarios y no a los predicadores del

evangelio ("a los que crean" v. 17), mientras que al hablar de la puesta en

práctica del mandato recibido los signos son realizados por los apóstoles.

      Entre ambas partes la ascensión de Jesús es mencionada casi como de

pasada (v. 19). Marca, sin embargo, la línea divisoria entre un antes y un

después, entre dos modos diferentes de presencia del Señor a sus

discípulos: el de las apariciones (v. 14) y el de la cooperación con las

señales que confirman la validez del mensaje.

      En la 1ª. lectura (Hechos) se desarrolla más el relato de la ascensión

(para respetar el sentido original del texto sería mejor decir "asunción",

"se lo llevaron" Hech. 1,9), pero no deja tampoco de subrayar el mandato

misionero del testimonio y del anuncio con la "fuerza del Espíritu Santo".

      Todo esto indica que la ausencia-desaparición visible de Cristo de en

medio de los suyos quiere recalcar la importancia de la presencia y

responsabilidad de la Iglesia en el mundo.

 

Nazaret, tiempo de esperanza

 

      Los comentaristas del evangelio ven en la frase de Jesús adolescente

en el templo "¿No sabíais que yo tenía que estar en la casa de mi Padre?" (Lc

2,49) una referencia a su subida al Padre. La "casa" no podía ser, en efecto,

el templo de Jerusalén, ya que a renglón seguido se dice en el evangelio que

Jesús dejó la ciudad santa y "bajó a Nazaret". Debemos tener presente por

otra parte la frase lapidaria del evangelio de Juan que resume toda la

trayectoria del Verbo: "Salí de junto al Padre y vine a estar en el mundo,

ahora dejo el mundo y me vuelvo con el Padre" (16,28).

      El tiempo de Nazaret se configura así también como el tiempo de la

esperanza: ya anunciado desde el principio el retorno-glorificación de Jesús

junto al Padre y, mientras tanto, un largo tiempo de espera. Pero se trata

de una espera llena de sentido, puesto que durante ella Jesús lleva hasta las

últimas consecuencias el misterio de su encarnación y entrada en el mundo.

Es un tiempo en el que Jesús crece, trabaja, construye con María y José una

familia y vive en su entorno como los demás hombres.

      Tiempo de esperanza el tiempo de Nazaret porque la esperanza es la

característica de la infancia y de la juventud, pero, sobre todo, porque está 

situado antes del cumplimiento de la gran promesa y fue vivido de cara a

ella.

      Nazaret nos revela así el modo de vivir el tiempo que se abre con la

desaparición terrena de Jesús y llega hasta su segunda venida. No se trata

de quedarse mirando a lo alto ni de perderse en consideraciones, sino de

volver al compromiso de la vida de cada día y construir desde ella poco a

poco lo que al final se manifestará.

      La laboriosidad de Nazaret, el empeño en las cosas cotidianas, el vivir

intensamente de cara a Dios y a los hombres, como en Nazaret, son el modo de

testimoniar hoy el evangelio y de penetrar profundamente en su comprensión.

      El misterio de Nazaret nos ayuda a comprender mejor esa faceta de la

esperanza que es, ante todo, compromiso con la historia presente, sin perder

de vista la promesa de futuro.

 

Señor Jesús, vuelto ya a la casa del Padre

y sentado a su derecha,

tú acompañas y realizas en primera persona,

por medio del Espíritu Santo,

el inmenso esfuerzo de anuncio y testimonio de la Iglesia

para llevar a los hombres de todos los tiempos

el mensaje de la salvación.

Danos ahora la fuerza del Espíritu Santo,

revístenos de su vigor para ser testigos de tu amor

y para caminar hacia ti con todos los que nos rodean.

 

Vivir en esperanza

 

      La celebración de hoy es ante todo un fuerte impulso para vivir la

esperanza. La despedida de Jesús está precedida por su promesa de acompañar

por siempre a sus discípulos y de volver un día.

      Muchas son las cosas que oscurecen hoy, como siempre, el porvenir de

la humanidad. Nuestra experiencia inmediata y la información que recibimos

de todas partes del mundo nos dan más de un motivo para que nuestra mirada

se ensombrezca sobre el porvenir.

      Por otra parte, mucha literatura contemporánea, producida por hombres

sin fe, y muchos medios de comunicación, manejados por quienes pretenden sólo

las ventajas de lo inmediato o los goces puramente mundanos, llevan a apagar

esa ansia de trascendencia y de futuro que está en el corazón de todo hombre.

      Vivir hoy la esperanza supone para el cristiano oponerse, en cuanto

vive, piensa, actúa a la filosofía materialista de las ideologías y a la

praxis consumista.

      Nazaret educa nuestra esperanza y nos enseña a vivir en plenitud el

momento cotidiano de la historia. Rescata nuestra esperanza de ilusiones

fáciles y de fugas hacia un futuro irreal, pero a la vez colma de sentido las

cosas que parecen menos trascendentes y llamativas, porque las sitúa en la

perspectiva amplia que va del origen sencillo al esplendor que hoy celebramos

en la ascensión de Cristo a los cielos.

 

VOLVER A NAZARET - TEODORO BERZAL hsf

 

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