sábado, 6 de noviembre de 2021

Ciclo B - TO - Domingo XXXII

 7 de noviembre de 2021 - XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo B

 

                                             "Ha dado todo lo que tenía"

 

-1Re 17,10-16

-Sal 145

-Heb 9,24-28

-Mc 12,38-44

 

      Marcos 12,38-44

 

      En aquel tiempo enseñaba Jesús a la multitud y les decía:

      ¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y

que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las

sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de

las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más

rigurosa.

      Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la

gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una

viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo:

      Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie.

Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesi-

dad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

 

Comentario

 

      La liturgia coloca hoy en la primera lectura de la misa la figura de

una viuda, tomándola del llamado "ciclo de Elías" en el libro de los Reyes.

Es una mujer que cree plenamente en la palabra de Dios y da lo poco que tiene

confiando en la Providencia. Esta figura, en su contexto veterotestamentario,

es una llamada al pueblo de Israel para que se fíe de Dios en los tiempos

difíciles.

      En el contexto litúrgico de este domingo constituye un paralelo con esa

otra mujer, también viuda, que aparece en el evangelio y que es capaz de dar

todo lo que tiene para vivir. En contraste aparece el reproche de Jesús a los

fariseos para quienes la religión se diría que más que un medio para expresar

la fe sino de promoción social.

      No cabe duda que el acercamiento de ambos tipos de personajes efectuado

por el evangelista hace que el contraste sea m s fuerte. Jesús que "no

necesitaba informes de nadie, porque conocía al hombre por dentro" (Jn 2,25),

sabe ver el gesto de la viuda y ponerlo de manifiesto ante sus discípulos de

modo que el gesto sea una catequesis para la vida.

      Se trata de la última enseñanza de Jesús, según el evangelio de Marcos,

antes del discurso sobre el fin de la ciudad de Jerusalén y del mundo, y de

entrar en la pasión. El gesto de la mujer que da todo, incluso lo que

necesita para vivir, aparece así como paradigmático del que Jesús mismo se

prepara a cumplir dando su propia vida.

      La totalidad de ese don queda subrayada por la 2da. lectura, en la que,

a la multitud de los sacrificios de la antigua alianza y al hecho de que el

sacerdote ofrezca la sangre "de otro", se opone el sacrificio de Cristo,

quien "se ofreció una sola vez para quitar los pecados de muchos".

      Es una aplicación concreta y clara del mandamiento del amor que

meditábamos el domingo pasado. Se trata de amar con la totalidad de la

persona (Dt 6,4-5). Esa es la verdadera fe y la verdadera religión,

incompatible con las instrumentalizaciones y caricaturas que el hombre está

siempre tentado de hacer de ella.

 

                           La verdad de Nazaret

 

      El mensaje de las lecturas de hoy se cifra en el contraste entre la

ostentación de los escribas y fariseos y la generosidad secreta de la viuda,

que solo Jesús advierte.

      Por ese camino resulta fácil llegar a contemplar la verdad de Nazarea.

Verdad de Nazaret que consiste en esa fe pura que acoge la Palabra de Dios

y la deja actuar en la propia vida hasta que todo queda transformado. Verdad

de Nazaret en esa actitud humilde que ninguna ventaja recaba de la

familiaridad con el Hijo de Dios, sino que permanece oculta y desconocida a

los ojos de todos, como el gesto de la viuda. Verdad de Nazaret en la entrega

generosa y total, necesaria para construir día a día una familia y para

construir un día la gran familia de los hijos de Dios.

      Hay una verdad de Nazaret hecha de valores auténticos, y el sello de

su autenticidad está precisamente en haber permanecido en secreto todo el

tiempo que Dios quiso.

      No es, pues, de extrañar que quien vivió y vio entorno a sí esa

autenticidad sencilla de una fe profunda y generosa, cuando fustiga las

falsas apariencias y la ostentación, lo haga con términos tan duros como los

que leemos hoy en el evangelio.

      La búsqueda de un reconocimiento público, la ambición de poder o

prestigio, la hipocresía y la vanidad, son cosas tan lejanas y opuestas a la

experiencia nazarena de Jesús, que no puede por menos de condenarlas

duramente: "Esos tales recibirán una condena severísima" (Mc 12,20).

 

      No se trata de juzgar a los demás y menos aún de poner a unos contra

otros. Lo que está en juego es la autenticidad de la relación con Dios y en

definitiva la figura misma de Dios.

      La verdad de Nazaret, reflejo de una relación auténtica con el Dios,

nos revela su imagen viva; Quien se sirve de la religión para medrar (actitud

farisaica por excelencia) no pone a Dios en el primer puesto como pide el

primer mandamiento.

      Nazaret nos enseña hoy, a la luz del evangelio, esos gestos pequeños

y que quedan para siempre escondidos, pero que en su autenticidad expresan

el amor del corazón.

 

Padre bueno, Tú pides de nosotros,

no el "mucho" de los ricos,

sino el "todo" de la viuda.

Te pedimos la fuerza del Espíritu Santo,

que nos haga verdaderos hijos tuyos,

y nos lleve, como a Jesús, a ofrecer nuestra vida

al servicio de los hermanos,

sólo para gloria tuya.

Padre, también tú en un gesto de amor inefable,

que nadie ha visto, has entregado

lo más precioso de ti mismo

al dar a tu Hijo amado para salvarnos.

 

                           Caminar en la verdad

 

      Respondamos a la invitación de Jesús, quien después de observar lo que

hizo aquella viuda "llamó a sus discípulos" y les puso en evidencia aquella

acción para que aprendieran.

      Tanto la viuda de Sarepta, que en su extrema indigencia comparte lo que

tiene, como la mujer del evangelio, que da lo que necesita para vivir,

muestran claramente el camino a quienes quieren seguir la verdad del

evangelio y marchar tras las huellas de Jesús. Ambas configuran las actitudes

básicas del discípulo: apertura y confianza en Dios, siempre fiel, que nunca

abandona a los que se entregan a Él, abandono a su voluntad y generosidad

para dar la propia vida.

      De esa actitud básica de fe, que tanto contrasta con las falsas

motivaciones de los fariseos y de los que dan sólo lo que les sobra, es de

donde deben brotar las obras concretas del amor cristiano. No siempre es

fácil evitar las interferencias en el paso de la fe a sus expresiones

concretas en las obras, como tampoco es fácil saber permanecer en la humildad

y en el "secreto" de la oración y de las buenas obras, que sólo el padre ve.

      Necesitamos cada día reconocer y vencer al escriba y al fariseo que

anida en nuestro corazón y que tiende constantemente a alterar la verdad en

nuestra relación con Dios y con los demás, tanto en los gestos concretos de

la vida de cada día como en las funciones que estamos llamados a desempeñar.

      Necesitamos cada día volver a Nazaret, a un encuentro personal con ese

Jesús, que reafirme nuestra identidad cristiana y nos lleve a la verdad

total.

 

VOLVER A NAZARET - TEODORO BERZAL hsf

 

 

 

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