sábado, 9 de abril de 2022

Ciclo C - Domingo de Ramos

 10 de abril de 2022 - DOMINGO DE RAMOS EN LA PASION DEL SEÑOR – Ciclo C

 

                                 "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos"

 

      Isaías 5,4-7

 

      Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido

una palabra de aliento.

      Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.

      El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he rebelado ni me

he echado atrás.

      Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban

mi barba.

      No oculté el rostro a insultos y salivazos.

      Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso endurecí el

rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado.

 

      Filipenses 2,6-11

 

      Cristo, a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría

de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo,

pasando por uno de tantos.

      Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse

incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

      Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el "Nombre -sobre-

todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble -en el

Cielo, en la Tierra, en el Abismo-, y toda lengua proclame: "¡Jesucristo es

Señor!" para gloria de Dios Padre.

 

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas, 22,14-23,56.

 

Comentario

 

      Todo el Evangelio de Lucas está transido de la tensión de Jesús, que

con mirada fija en la meta avanza hacia Jerusalén.

      La procesión de los ramos, imagen de la Iglesia que marcha y que aclama

a su Señor, está animada por este dinamismo de caminar hacia Jerusalén. "Y,

dicho esto, Jesús echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén"

Lc 9,20.

      Jerusalén es el lugar destinado por el Padre para que Jesús cumpla

definitivamente su misión de revelar el amor de Dios y de redimir al hombre.

En Jerusalén Jesús realiza plenamente el evangelio (buena noticia) del don

misericordioso de Dios al hombre. Y de Jerusalén saldrá la Palabra de Dios

para extenderse por todo el mundo, como el mismo Lucas narra en los Hechos

de los Apóstoles.

      La narración de la pasión nos coloca delante del momento supremo del

misterio de Cristo, que sella toda su trayectoria humana y lo abre a la

resurrección. La figura del Maestro aparece en su plenitud. Llama al

discípulo a seguirlo por el camino de la cruz, de la conversión, del perdón

y de la total confianza en el Padre.

      Al oír el relato de la pasión cada uno de nosotros es interpelado y se

ve obligado a tomar una postura ante el Señor que camina hacia el Calvario

con Simón cireneo, con las mujeres de Jerusalén, con los jefes del pueblo,

con los soldados o con uno de los dos ladrones. La narración se abre con la

institución de la Eucaristía y, en sintonía con el Jesús que entrega su

cuerpo y su sangre por nosotros, los discípulos son invitados a "hacer lo

mismo" en memoria suya.

      El anuncio de la traición de Judas y de la negación de Pedro preparan

la hora del combate supremo de Jesús que comienza en el jardín de los olivos,

se continúa ante el Sanedrín, ante Pilato y ante Herodes y culmina en la

cruz. La narración litúrgica nos deja en compañía de José‚ de Arimetea y las

piadosas mujeres que habían seguido a Jesús desde la Galilea.

      El evangelista presenta la pasión y muerte de Jesús como cumplimiento

de la voluntad de Dios y como entrega libre por parte de Jesús, pero también

como un hecho histórico resultado de la postura de Jesús ante las autoridades

religiosas y civiles, de las maquinaciones de los miembros del Sanedrín, de

la traición de Judas. Llegamos a penetrar en el misterio sólo si a través de

las causas humanas que llevaron a tan trágico desenlace, descubrimos con la

fe la trascendencia del gesto de Jesús que se entrega por nuestros pecados

y si aprendemos a llevar con Él y como Él nuestra cruz de cada día.

      Ante Cristo que muere en la cruz, sobran todas las palabras, porque en

ninguna de ellas cabe todo el significado de lo que allí se vivió. Es mejor

ponerse de rodillas, contemplar en silencio hasta dejarse traspasar por el

misterio y adentrarse en lo que Jesús experimentó hasta que el Espíritu Santo

nos lleve a "tener la misma actitud del Mesías Jesús" Fil 2,5.

 

El Nazareno

 

      El calificativo que sirvió a Pilato para identificar al condenado a

muerte aquel día y que mandó clavar en su cruz nos da pie para volver al

tiempo que hizo posible llamarlo así. En efecto, Jesús, colgado de la cruz

es "el nazareno".

      Como ha escrito un autor, Belén es la patria teológica de Jesús, Na-

zaret es la patria histórica y geográfica. En Belén nació "para que se cum-

pliera lo anunciado por los profetas" Mt 2,6. Nazaret, pueblo ignorado por

el Antiguo Testamento, es el lugar donde se crió, donde se fue gestando con

su denominación de "Nazareno" el misterio que hizo posible que se lo

llamaran así en el momento de su entrega suprema en la cruz.

      Sólo después de la resurrección puede darse una interpretación exacta

de lo que significó la muerte de Jesús en la cruz. El mismo Jesús resucitado

se esforzó por hacérselo comprender a los dos de Emaús: "¡Qué torpes sois y

qué lentos para creer lo que anunciaron los profetas!”, ¨¿No tenía el Mesías que

padecer todo eso para entrar en su gloria?" Lc 24,25-26. Y sólo desde esa

misma perspectiva puede entenderse la luz que el misterio de la cruz arroja

sobre Nazaret.

      El Jesús que un día sería crucificado vive en la humildad de Nazaret.

Aunque los evangelios con su silencio sobre los años de Nazaret nos lleven

instintivamente a dar un salto en el vacío y ver de pronto al Jesús adulto

que anuncia la llegada del reino, la realidad no pudo ser así: la vida avanza

poco a poco.

      Los planteamientos que llevaron a Jesús al sacrificio de la cruz no

pudieron improvisarse. Los evangelios, escritos desde una comunidad que cree

en Jesús resucitado y que ha encontrado ya una explicación a su muerte

redentora, dan algunos detalles sobre los primeros años de la vida de Jesús

que conectan directamente con el misterio de la cruz y ayudan a entenderlos

en todo su profundo significado.

      "Este está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten. Ser 

una bandera discutida, mientras que a ti una espada te traspasar el corazón,

así quedará patente lo que todos piensan" Lc 2,35. "Levántate, toma al niño

y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta nuevo aviso, porque Herodes

va a buscar el niño para matarlo" Mt 2,13. "Levántate, toma el niño y a su

Madre y vuelve a Israel; ya han muerto lo que intentaban acabar con el

niño... Fue a establecerse en un pueblo que llaman Nazaret" Mt 2,23 "Mira con

qué angustia te buscábamos tu padre y yo" Lc 2,48.

      La persecución interesada de los poderosos, la no aceptación por parte

de los suyos, su condición de profeta discutido, su total sumisión a la

voluntad del Padre, su misteriosa vinculación con Jerusalén y su templo, su

condición de Mesías libertador del pueblo, son otros tantos aspectos ya pre-

sentes germinalmente en el comienzo de su vida y con el tiempo se con-

vertirían en la trama misma de su muerte en cruz.

 

Nuestra cruz

 

      No se puede ser cristiano en plenitud sin asimilar en nuestra vida la

dimensión de dolor, de fracaso, de soledad, de muerte que todo vivir lleva

consigo. Cristiano es sólo quien vive, como el Nazareno, en actitud de entre-

ga permanente de la vida en favor de los demás.

      ¿Cómo vivir hoy el misterio de la cruz en una comunidad que se inspira

en Nazaret para trazar su estilo de vida?.

      Vive el misterio de la cruz:

      - La comunidad donde es posible el perdón: reconciliación con Dios y

      perdón mutuo entre los hermanos.

      - La comunidad donde se asume el mal, el pecado, lo negativo, donde se

      cuenta con ello.

      - La comunidad atenta a la debilidad y limitación de sus miembros.

      - La comunidad que se sabe y se acepta pecadora, no sólo en sus miem-

      bros tomados individualmente sino ella misma en su conjunto.

      - La comunidad que acepta la enfermedad, el fracaso, el desengaño de

      alguno de sus miembros y sabe integrarlo en su vida. 

      - La comunidad que se siente débil y a veces impotente ante la obra

      apostólica que tiene confiada

      - La comunidad donde cada miembro está dispuesto a sacrificarse por los

      demás, a dar su tiempo, sus cualidades, su vida misma.

      - La comunidad donde se vive el radicalismo evangélico con serenidad

      y gozo.

      - La comunidad que se siente fracasada en su anhelo de construir la

      fraternidad y no pierde aún la esperanza de conseguirlo.

      - La comunidad que se siente acosada por un ambiente hostil y lucha por

      mantener su identidad y por ser luz y fermento en la masa. 

      - Una comunidad así está compartiendo con Jesús el misterio de su

      muerte redentora.

     

      Una comunidad así está reproduciendo el ideal de Nazaret, donde tampoco

todo fue fácil, donde hubo sufrimiento y angustia, huida del perseguido,

obediencia y pobreza, aceptación del dolor y de la muerte, trabajo y donación

total al otro. El misterio de la cruz, visto desde Nazaret, nos enseña hoy

a vivir como hermanos.

 

VOLVER A NAZARET - TEODORO BERZAL hsf

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