sábado, 2 de julio de 2022

Ciclo C - TO - Domingo XIV

 3 de julio de 2022 - XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – Ciclo C

 

"Vuestros nombres están escritos en los cielos"

 

      Lucas 10,1-12.17-20

 

      En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por

delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él.

Y les decía:

      - La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues al dueño de la

mies que mande obreros a su mies.

      ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos.

No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias, y no os detengáis a saludar a

nadie por el camino.

      Cuando entréis en una casa, decid lo primero: "Paz a esta casa". Y si

allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a

vosotros.

      Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el

obrero merece su salario.

      No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien,

comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "está cerca

de vosotros el Reino de Dios".

      Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid:

"Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo

sacudimos sobre vosotros". "De todos modos, sabed que est  cerca el Reino de

Dios".

      Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese

pueblo.

      Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

      - Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

      El les contestó:

      - Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado po-

testad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo.

Y no os hará daño alguno.

      Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus;

estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

 

Comentario

 

      El breve pasaje del evangelio de este domingo recoge la vuelta de los

discípulos enviados por Jesús a anunciar el Reino de Dios en distintos

pueblos y ciudades.

      Previamente el evangelio muestra cuál será la suerte de quienes no

acogen el mensaje, indicando la razón profunda de la condena: no se trata de

aceptar tal o cual mensaje, sino de aceptar o de rechazar al mismo Cristo.

"Quien a vosotros escucha a mí me escucha".

      En los versículos que leemos hoy, los discípulos, maravillados por el

resultado de su misión, se presentan ante el Maestro contándole lo que han

realizado. Jesús les ayuda a hacer un discernimiento claro entre la persona

y su misión. No quita ninguna importancia a la misión, puesto que poco antes

ha dicho que en el anuncio del mensaje los discípulos le representan a Él

mismo. Sin embargo, Jesús afirma que deben alegrarse más porque "sus nombres

están escritos en los cielos". Es decir, no tanto por ser instrumentos de que

otros crean, sino porque el reino de Dios ha llegado a ellos mismos, porque

han llegado a la fe, porque ha aceptado a Cristo. Esa es la causa primera de

la alegría del discípulo y el fundamento de su misión.

      El poder sobre las fuerzas del mal y sobre el demonio debe manifestarse

en primer lugar en la vida del creyente.

 

                                  Nazaret

 

      En Nazaret se ha vivido el contenido de este evangelio como en ninguna

otra parte.

      En Nazaret toda la alegría proviene de las maravillas que Dios ha

realizado. La causa de la alegría es lo que Dios ha hecho por los hombres.

      La expresión más sublime de esta alegría es el canto del Magnificat.

"Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador" Lc. 1,47. Es la mejor traducción

del "alegraos por que vuestros nombres están escritos en los cielos".

      Pero esta dimensión de la alegría no existió solamente en el momento

cumbre de la respuesta al acercamiento de Dios en la encarnación. La vida

entera de Nazaret fue un canto silencioso a las maravillas que Dios hace en

los hombres.

      Aparentemente en Nazaret no hay misión alguna que cumplir. Nadie puede

gloriarse de lo que hace por Dios. No ha llegado aún el momento de ir a

proclamar la buena nueva "de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad" En

Nazaret nadie puede alegrarse sino es "en Dios".

      En Nazaret María y José no vieron aún la llegada del reino de Dios y

sin embargo con ellos crecía aquél por cuyo poder "Satanás cayó del cielo

como un rayo". Su alegría estaba en lo que Dios les había llamado a ser, no

tanto en la función que tenían que cumplir.

 

                    Nuestro nombre escrito en el cielo

 

      La alegría del discípulo de Cristo está en saberse amado por Dios y no

tanto en la eficacia de sus trabajos.

      Dios puede dar un fruto abundante a nuestro esfuerzo como puede dejarlo

aparentemente estéril. Quien trabaja por el Señor debe sentirse completamente

identificado con el mensaje que transmite y a la vez muy consciente de que

los resultados no dependen de sus propios esfuerzos. En todo caso el poder

de transformar la vida de los hombres, el que "se sometan los espíritus" no

es un poder que viene de los hombres sino de Dios. Por lo tanto habrá que

trabajar y presentarse ante el Señor como simples instrumentos suyos.

      Los largos años de aparente ineficacia de Nazaret nos enseñan hoy a no

fiarnos de los criterios humanos de eficacia cuando se trata de trabajar por

el reino de Dios.

      Nuestra actitud constante ha de ser la alabanza por lo que Dios hace

en nosotros y en los demás. Estamos seguros de que Él ha vencido defini-

tivamente al mal. Nuestra alegría está en su victoria. Si satanás ha caído

como un rayo es porque Él con su poder lo ha precipitado anulando su poder.

Si Él desea asociarnos a su lucha y a su victoria, bendito sea. Pero nuestra

actitud profunda debe proclamar bien claramente que en definitiva se trata

de su victoria y no de la nuestra.

      Por nuestra parte, como María y José, nos alegramos sólo en Dios

nuestro Salvador.

 

VOLVER A NAZARET - TEODORO BERZAL hsf

 

 

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